Acidificación de los océanos: lo que debes saber
La contaminación por carbono no sólo ha ocasionado que nuestro clima sea más cálido, también ha causado que nuestros océanos sean más ácidos.
Cuando liberamos dióxido de carbono (CO2) en el aire, te preguntarás a dónde va. ¿Se queda en la atmósfera? En efecto, aproximadamente la mitad se queda en la atmósfera, pero el resto es absorbido por las plantas y los océanos, en una proporción similar. De hecho, desde que comenzó la revolución industrial hace más de 200 años, nuestros océanos han absorbido alrededor de un tercio de todo el CO2 liberado por los combustibles fósiles. Dicho de otro modo, los seres humanos han transformado la química del océano: El promedio de la acidez del agua del mar ha aumentado un 30 por ciento debido a nuestras actividades.
Aquí encontrarás todo lo que necesitas saber sobre el proceso y los impactos de la acidificación de los océanos.
¿Qué es la acidificación de los océanos?
La acidificación de los océanos es el proceso por el cual el agua del mar se vuelve más ácida debido al exceso de dióxido de carbono (CO2) que absorbe de la atmósfera. Este fenómeno, que afecta a todos los océanos de la Tierra (así como a los estuarios costeros y otras vías fluviales), es una consecuencia directa de la quema de combustibles fósiles y la consiguiente contaminación por carbono.
“No hay un debate científico significativo sobre si la acidificación ocurre o qué la causa”, explica la experta en océanos del NRDC Lisa Suatoni. “Se trata de simple química, unida a miles de mediciones fiables”.
¿Cómo se mide la acidificación?
En la asignatura de química básica aprendemos que el pH es una medida de lo ácido o básico (alcalino) que es un líquido a base de agua. Un pH de 7, como el del agua pura, es neutro. El zumo de limón agrio tiene un pH de 2; una taza de café, un pH de 5. El amoníaco y la lejía, en cambio, son básicos, con un pH de 11 y 13,5, respectivamente.
Nuestros océanos albergan una gran cantidad de vida con un nivel promedio de pH de 8,1, lo que hace que el agua de mar sea ligeramente básica. Pero los expertos calculan que, a lo largo del siglo XXI, el pH del agua de los océanos podría descender a 7,8. Eso puede parecer un cambio pequeño, pero la última vez que el pH del océano fue tan bajo fue hace unos 14 a 17 millones de años, cuando la Tierra era un lugar muy diferente. Los científicos predicen que el cambio tendrá graves ramificaciones para la ecología de los océanos, la seguridad alimentaria y las economías, grandes y pequeñas, que dependen de las industrias marinas.
¿Qué causa la acidificación de los océanos?
Repasemos algunos aspectos básicos (sin ánimo de broma). Cuando el dióxido de carbono se disuelve en el océano, se desencadena una reacción química que aumenta la acidez con el tiempo. Más técnicamente: el CO2 y el agua producen ácido carbónico, que libera iones de hidrógeno y bicarbonato. Cuantos más iones de hidrógeno haya, más ácida será el agua. Esto es lo que impulsa la acidificación de los océanos.
Además de la quema de combustibles fósiles, otro de los principales responsables del fuerte aumento de la acidificación de los océanos es la deforestación (ambos contribuyen en gran medida al cambio climático). Esto se debe a que cuando se corta o quema un bosque, se libera todo el carbono que estaba almacenado en el aire.
¿Cómo sabemos que el descenso del pH oceánico no forma parte de un ciclo natural? Porque las investigaciones han demostrado que el aumento de los combustibles fósiles y del CO2 atmosférico se correlaciona con el descenso del pH oceánico. Y aunque la correlación no siempre equivale a la causalidad, Suatoni explica que “la coherencia entre lo que los científicos teorizan y lo que hemos observado —así como la falta de buenas explicaciones alternativas— nos da una gran confianza en que la contaminación por dióxido de carbono causa la acidificación de los océanos”.
¿Por qué es un problema la acidificación de los océanos?
Lo que resulta especialmente alarmante de la acidificación de los océanos en la actualidad es la velocidad del cambio y sus impactos directos en los ecosistemas oceánicos.
Cuando el CO2 se disuelve en el océano, reduce la disponibilidad de carbonato: un componente esencial para que los mariscos como los mejillones, las almejas y las ostras puedan crear sus conchas y esqueletos protectores. Por lo tanto, las concentraciones más bajas de carbonato en los hábitats marinos afectan directamente a las posibilidades de supervivencia de estos animales, como han demostrado los investigadores que estudian las opciones de mariscos en declive en el Golfo de Maine. Si la acidez aumenta lo suficiente, el agua del mar podría literalmente disolver las conchas.
Los arrecifes de coral también sufren las consecuencias. Por ejemplo, la Gran Barrera de Coral de Australia ha mostrado un descenso del 14 por ciento en su calcificación desde 1990. Los arrecifes de coral son una parte esencial de los ecosistemas marinos, ya que proporcionan refugio al 25 por ciento de las especies marinas. Estas estructuras también protegen a las comunidades costeras de la erosión y las tormentas. La acidificación es especialmente dura para los arrecifes que ya se enfrentan a la erosión biológica natural de las especies de peces y gusanos que los corroen. Los arrecifes, que son famosos por su lento crecimiento, no pueden superar esta disolución.
¿La acidificación de los océanos es peligrosa para las personas?
Absolutamente. Incluso si no tienes una concha, los impactos de la acidificación de los océanos pueden repercutir en toda la cadena alimentaria, en el agua y en la tierra.
Una parte significativa de nuestra economía depende, de una manera u otra, de la riqueza del océano. La industria marisquera estadounidense, por ejemplo, desempeña un papel enorme en las economías costeras, que proporciona empleo a miles de personas y genera millones de dólares en ingresos cada año. Si no se controla la acidificación de los océanos, se calcula que la industria puede perder más de 400 millones de dólares anuales para el año 2100. “A medida que transformamos el mar con nuestras acciones—por la quema de combustibles fósiles—interferimos en el papel crucial que desempeña para la humanidad, desde la estabilización de nuestro clima y la protección de las comunidades costeras hasta el suministro de alimentos para miles de millones de personas en todo el mundo”, dice Suatoni.
¿Qué comunidades corren más riesgo de sufrir la acidificación de los océanos en Estados Unidos?
Un estudio de 2015, del que es coautor el NRDC, analizó qué comunidades costeras del país son más vulnerables a la acidificación de los océanos. Encontró 15 estados en riesgo de sufrir daños económicos a largo plazo como resultado directo: Alaska, California, Connecticut, Florida, Hawái, Luisiana, Maine, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey, Nueva York, Oregón, Rhode Island, Virginia y Washington.
Los investigadores tuvieron en cuenta la dependencia de las comunidades de la industria del marisco, las zonas del océano que están experimentando los cambios químicos más rápidos y las zonas donde el marisco es más vulnerable. Puede ver si su comunidad está siendo afectada a través del mapa interactivo del NRDC.
Dado que el CO2 se disuelve más rápidamente en agua fría, áreas como el noroeste del Pacífico sufrirán un impacto más grave de la acidificación. Muchas comunidades dependen en gran medida de la industria del marisco, que mantiene unos 3.200 puestos de trabajo y tiene un impacto económico estimado de 270 millones de dólares anuales.
¿Cuáles son las soluciones a la acidificación de los océanos?
Podemos abordar la acidificación de los océanos en múltiples frentes.
En primer lugar, dado que sabemos que la acidificación de los océanos es causada principalmente por la contaminación por carbono de los combustibles fósiles, sabemos que tenemos que avanzar en la transición mundial hacia la energía limpia. Las regulaciones sobre la contaminación de las centrales eléctricas y las normas más estrictas sobre el consumo de combustible de nuestros coches pueden ayudar a ello. Los líderes gubernamentales también pueden intensificar los esfuerzos de conservación para proteger y mejorar la resistencia de nuestros bosques, humedales y otros sumideros de carbono críticos, a través de iniciativas como el compromiso 30x30, que reserva el 30 por ciento de nuestras tierras y aguas para permitir que los ecosistemas se recuperen y resistan estos desafíos crecientes. Los responsables políticos —entre ellos los sectores laborales y otros motores económicos en riesgo por la acidificación de los océanos— están presentando planes de acción climática que promueven el aumento de las inversiones en, monitoreo, pronóstico, y mitigación.
Al tener en cuenta la escala y el ritmo del cambio, tenemos que prepararnos y salvaguardar las industrias vulnerables. “Aunque los efectos de la acidificación de los océanos tienen un alcance global, los factores locales también influyen en el grado de riesgo de las regiones”, dice Suatoni. Algunos administradores de criaderos de ostras de la Costa Oeste, por ejemplo, han invertido en sistemas de vigilancia. Cuando el agua ácida llega a la costa, cierran sus válvulas de entrada para evitar que las crías de ostras queden expuestas. Otras soluciones consisten en cultivar cepas de moluscos resistentes a la acidificación del océano y diversificar los sistemas de acuicultura. Por ejemplo, los científicos están colaborando con los pescadores para ver cómo el cultivo de algas marinas, como el alga azucarera, puede amortiguar la acidificación de las ostras, las almejas y los mejillones cultivados, ya que absorben el dióxido de carbono del agua salada.
Los cambios en nuestros océanos son sorprendentes, y aún no comprendemos del todo lo que se avecina con la acidificación de los océanos. Pero sabemos que debemos actuar. “Amamos y necesitamos nuestros océanos”, dice Suatoni. “Si ellos fallan, nosotros también”.
Este artículo se publicó originalmente el 15 de agosto de 2013 y se ha actualizado con nueva información y enlaces.
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